viernes, 7 de septiembre de 2012

Capitulo 9: La muerte de Bobibú


Un nuevo día comenzaba en la universidad T.A.U. Todo apuntaba a que ese sería uno más. Pero, en nuestra universidad no hay un día igual a otro. Y ahora, la habitación de los chicos de cuarto curso empezaba a despertar.
-        Que mañana más bonita- observaba Yukito frente a la ventana, mientras contemplando lo cerezos que mostraban su aspecto habitual aspecto de otoño.
-        Bueno, creo que ya es hora de irse levantando-dijo Shuogo mientras se desperezaba.
-        Un ratito más- murmuraba mientras tanto Tôya.
-        Venga, dormilones, o no llegaremos a clase- insistió Shuogo mientras zarandeaba a Tôya.
Por otro lado, Fye saltó de la cama con su gracia natural de vampiro y se quedo mirando a Kurogane, que estaba completamente dormido, roncando muy, muy alto. Yukito (tan observador como siempre) se fijo en el detalle.
-          ¿Qué estas pensando Fye?
-          Mirad que postura más bonita tiene al dormir Kurorin- contestó el vampiro- si lo viera ahora Tomoyo.
Los demás se quedaron mirando a Kurogane. ¿Postura bonita? Estaba totalmente despatarrado, con la cabeza en una esquina de la cama y los pies colgando por el otro lado, completamente descoyuntado.
-          Tengo una idea- dijo en ese momento Fye con un brillo especial en los ojos- venid aquí.
Todos los chicos hicieron un corro, unieron las cabezas y se pusieron a murmurar. Tras un rato levantaron las cabezas.
-          Vamos allá.
*     *     *
Los chicos hicieron un corro alrededor de la cama de Kurogane. Tôya, Yukito y Shuogo sujetaban sendos cubos de agua helada. Por otro lado Fye llevaba una trompeta. Los cuatro intercambiaron sonrisas malignas.
-          A la de tres- susurró el chico rubio.- Una, dos y… ¡TRES!
En ese momento hizo sonar la trompeta a lo que Kurogane respondió dando un brinco que casi lo tira de la cama. Al mismo tiempo, el recién levantado, recibió agua helada desde tres ángulos distintos. Intentando desasirse de la tromba de agua empezó a hacer aspavientos con los brazos, lo que provoco las carcajadas de los demás. Estaba muy confuso, necesitó un momento para despejarse, pero cuando unió todos los cabos, su rostro cambió por completo: estaba totalmente enfurecido. Las risas cesaron al instante.
-          Ja, ja, que broma tan divertida- dijo Kurogane. Todos se echaron a temblar mientras preparaban la huida.- ¡Ahora veréis la gracia que me ha hecho!
Los demás chicos empezaron a correr y Kurogane no perdió tiempo en seguirlos a toda pastilla.
*     *     *
En un intento desesperado por huir los chicos se dividieron, por lo que Tôya y Yukito se metieron en la habitación de Kamui y Subaru.
-          ¿Qué estáis haciendo aquí?- preguntó Kamui, a quien no lo gustan mucho las visitas.
-          Por favor, dejad que nos quedemos aquí un momento para despistar a Kurogane- era Yukito el que hablaba.
-          ¿Qué le habéis hecho?- se interesó Subaru.
Los chicos le explicaron todo lo ocurrido.
-          ¡Qué buena idea! ¿Cómo no se nos ha ocurrido eso antes, Kamui?
-          No lo sé, Subaru, pero… ¿no crees que deberíamos ayudar al pobre Kuropon?
-          No entiendo, hermano.
-          Sí, creo que deberíamos ayudarlo en su venganza- dijo este con una sonrisa maligna.
-          Que… ¿Qué estáis maquinando?- preguntó Yukito.
-          Pues, que como os habéis portado tan mal con Kuroponcete, ahora deberíais recibir vuestro castigo, pero como nosotros no seriamos capaces de haceros ningún daño, al menos, no os daremos cobijo tampoco.- respondió el vampiro y su voz estaba llena de sarcasmo.
Y dicho esto lanzaron a los chicos fuera de su habitación a empujones y cerraron la puerta a cal y canto. Tôya y Yukito empezaron a aporrear la puerta, intentando que lo dejaran entrar. En ese momento aparecieron Fye y Shuogo al final del pasillo.
-          ¡Seguid corriendo!- les gritaron- tenemos a Kurogane pisándonos los talones.
Era cierto, este les seguía a pocos metros y era lo más parecido a un toro salido del chiquero. Sin perder tiempo los cuatro siguieron corriendo por el pasillo.
*     *     *
Por otro lado, las chicas se dirigían ya a las clases cuando la persecución (que parecía un encierro de San Fermín) casi se las lleva a ellas por delante.
-          ¡Eh! ¡Tened más cuidado, imbéciles!- les gritó Primera, mientras se recolocaba el pelo.
-          ¿Qué habrá pasado?- preguntó Sakura.
-          Seguro que Kurogane se ha levantado con el pie izquierdo y ahora lo está pagando con los demás- respondió la diva- ¡espero que no le haga nada a mi Shuogito!
-          De eso nada- le espetó Tomoyo- él no se comportaría así por nada. Seguro que hay un motivo comportamiento.
-          ¿A si? Que- la retó Primera.
-          Pues… le habrán gastado una broma y ahora intenta vengarse. Lo que es muy justo.
Las demás no se atrevieron a contradecirles, pues conocían demasiado bien el temperamento de su amiga. Sin más siguieron su camino hacia las clases.
*      *     *
A la hora de comer, como era costumbre, todos se reunieron en una mesa. Los cuartos chicos de cuarto tenían visibles lesiones, consecuentes de la movida de esa mañana. Por otro lado, Kurogane no parecía estar enfadado en absoluto, como siempre, estaba engullendo todo lo que se ponía enfrente.
Las chicas ya estaban enteradas de lo ocurrido, pero no se atrevieron a comentarlo en el almuerzo. Nadie quería volver a abrir la herida. Fue una comida bastante silenciosa hasta la hora de la siesta, en la que las chicas se fueron a pasear mientras ellos iban a las habitaciones a descansar o, en al caso de Shaoran, a leer algún libro.
De nuevo en la habitación de los de cuarto, Fye rebusca bajo su cama.
-          Pero ¿se puede saber que haces, incordio?- preguntó Kurogane.
-          Recuerdas a Bobibú ¿verdad?, pues no lo encuentro.
-          ¿Ahora te acuerdas de él? Si hace días que ni lo miras.
-          ¿Bobibú?- preguntaron al unísono Shuogo, Tôya y Yukito.
-          Sí, mi pez- contesto el vampiro- nunca os lo he presentado ¿no?
-          Eh…- estaban realmente extrañados de que un vampiro tuviera un pez como mascota.
-          Anda ayudadme a buscarlo, es verde y azul con tonos rosas…
-          No hace falta que lo busques- saltó Kurogane- lo puse en el armario.
-          ¿Para qué lo pones ahí?- exclamo el chico rubio- se puede ahogar, el necesita mucho oxigeno.
Abrió  el armario y se puso a rebuscar hasta que dio con la pecera redonda. El agua estaba muy sucia, casi opaca.
-          Menos mal, aquí estas- dijo aliviado Fye.
-          ¿Dónde? Pregunto Tôya que se había asomado al interior de la pecera.
-          Ahí, es ese que esta flotando panza arriba…
En ese momento se dio cuenta de lo que estaba diciendo y su semblante cambio por completo. Cayó de rodillas, con la pecera entre las manos. Se había puesto blanco (o sea más blanco de lo normal) y sus ojos estaban llenos de tristeza.
-          ¿Qué pasa? ¡oh! Ya veo el espadachín no necesito respuesta- pobre pececito, bueno que se le va a hacer.
-          ¿Cómo puedes ser tan insensible, Kurobruto? Dijo Fye muy dolido.
-          Tú eres un exagerado, además no creo  que le tuvieses tanto cariño…
-          ¡Y TU QUE SABES, SO ESTÚPIDO!- el vampiro había empezado a llorar.
-          Bueno, bueno, no te pongas así, que no es para tanto-intento tranquilizarlo Yukito.
-          ¿Qué no es para tanto?- y dicho esto, el chico salió corriendo de la habitación dejando a los demás desconcertados.
*     *     *
El vampiro fue a un parque bastante tranquilo que había en el campus. El paraje estaba repleto de cerezos en flor y se podía escuchar el cantar de los pajarillos. Se sentó en la suave hierba y abrazando sus rodillas, contempló el horizonte.
Chií que pasaba por ahí casualmente, se fijo en la presencia del chico. Se acercó, curiosa, a ver que le pasaba.
-          Hola, Fye ¿Qué haces aquí solo?
-          Nada- respondió este con la voz pastosa.
En ese momento, la chica se dio cuenta del estado de ánimo de su amigo y sentándose a su lado le insistió para que le contase lo que le ocurría.
-          Oh, Fye, ¿Por qué estas tan triste?
-          Es que… mi pececito… Bobibú… ¡HA MUERTO!- y rompió a llorar desconsoladamente.
-          Oh, pobrecito- Chií abrazo a Fye y este, en su hombro, siguió llorando.
*     *     *
En la sala común se habían reunido todos, porque la reacción de Fye los había asustado.
-          Veréis como acaban apareciendo- dijo, cansadamente, Kurogane- todo esto es una escenita del niñito inmaduro- este, aunque lo negara también estaba preocupado.
-          Tal vez- admitió Sakura- pero mi prima también ha desaparecido y eso no es propio de ella.
-          Propongo que vallamos a buscarlos- dijo Hikari levantándose del sofá.
-          Yo estoy de acuerdo- admitió Tôya.
A todo esto, Fye y Chií entraron por la puerta y un alivio colectivo se pudo notar en la sala.
-          ¿Se puede saber donde estabais?- les riño Tomoyo- nos teníais preocupados.
-          Lo siento, no pretendíamos asustaros- se disculpo Chií- pero Fye necesitaba estar un momento a solas.
Este se sentó en un sillón, con la mirada perdida.
-          Por Dios, no puedes tenerlo tanto cariño ¡si nunca lo cuidabas!- le espetó Kurogane.
-          Y tú que sabes, además, si a muerto es por tu culpa, que lo encerraste en el armario y se asfixió- se defendió el vampiro.
-          Pues anda que tu tenerlo bajo la cama…
-          ¡Porque le daba miedo la luz!
-          ¿¡Cómo le va a dar miedo la luz a un pez!?- el espadachín no podía creer que lo estuviera diciendo en serio- además si a muerto a sido por tu culpa ¿acaso alguna vez has limpiado su pecera?
-          No…- admitió Fye- pero porque no le hacía falta, era un limpia fondos, sino ¿Cómo tenía el agua tan limpia siempre?- lo retó.
-          ¡Por qué lo limpiaba yo!- admitió el espadachín.
-          ¿A si?- se extrañó el chico rubio.
-          Oh que tierno- saltó Tomoyo, lo que provoco que Kurogane sonrojara.
-          Además nunca le diste de comer- siguió el chico.
-          ¿Cómo que no? Una vez por semana.
-          ¿Y eso te parece suficiente, vampiro  inútil? Si no fuese porque le daba de comer diariamente habría muerto mucho antes- dijo Kurogane.
Fye no tuvo más que decir, lo que Chií aprovechó para hablar.
-          ¿Y si le hacemos un bonito entierro a Bobibú?
-          ¿De veras? No creo que sea necesario- dijo Kurogane- con que lo tiremos por el wáter…
-          ¡Calla, bruto! Me parece una idea magnifica- el dueño, por el contrario, estaba encantado.
-          Está bien, pues después de las clases iremos al parque en el que hemos estado Fye y yo esta tarde y nos despediremos todos de Bobibú- dijo Chií, y con esto todos se fueron a clase.
*     *     *
Ya habían terminado las clases y todos se reunieron en el lugar acordado. Chií había dibujado en una piedra plana un dibujo y bajo este había escrito:”AQUÍ LLACE BOBIBU, LOS QUE TE CONOCIAN NO TE OLVIDAN”.
Ya hicieron un hoyo en la tierra y habían depositado en ella la cajita de madera donde descansaba el pez.
Tôya hacía de “sacerdote”. Iba vestido con una bata negra que le llegaba a los pies y un alza cuellos.
-          Hermanos estamos aquí reunidos para despedir al pez Bobibú, que ya disfruta de la compañía de todos los peces que, como él, ya han pasado a mejor vida. Y ahora, el dueño querría decir unas palabras.
Fye dio un paso adelante. Iba cogido del brazo de chií, quien le intentaba transmitir su fuerza. El chico se aclaró la voz y comenzó a hablar.
-          Bobibú era tan alegre cono el colorido de sus escamas. Era querido por todos…
-          Yo ni siquiera sabía que existía…- dijo por lo bajini Toya.
-          …por su bondad y simpatía- prosiguió Fye.- era divertido. Entre sus múltiples hobbies tenia comer, dormir, defecar… pero sobre todo le gustaba nadar. Le encantaba nadar.
-          ¿Qué otra cosa puede hacer un pez?- dijo para sí Shuogo.
-          Oh, qué razón tienes, cielito- corroboró Primera.
-          Aun recuerdo como me taladraba con sus ojos redondos y hacia pompas con su boquita- siguió relatando el dueño- Bobibú, estas dos semanas contigo han sido las más felices de mi vida. Te echare de menos. Nunca te olvidaremos.
Dicho esto empezaron a enterrar la cajita y Kurogane, sin poder esconderlo más, sollozó un poco. Este detalle no se le escapó a Tomoyo, que se encontraba a su lado.
-          ¿Qué ocurre Kurogane?
-          Es que… ¡yo también voy a echarlo mucho de menos!- y diciendo esto se abrazó a Tomoyo que, complacida, respondió a su abrazo.
Y sin más termina hoy el día en el T.A.U, despidiéndonos de Bobibú, cuya aparición en la serie no volveremos a disfrutar.

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