-“La borrasca avanza hacia el sur de Daemoto. Continuarán
las tormentas el resto de la semana; la temperatura mínima de mañana será de
unos 10 ºC y la máxima de 13 ºC…”-la meteoróloga del canal de la universidad
daba el parte meteorológico, la televisión de la sala común estaba encendida y
la mayoría de los estudiantes de la 5ª planta prestaban atención al tiempo. Era
el quinto día consecutivo que llovía aquella semana, lo que obstaculizaba el
horario cotidiano de los estudiantes. Todos estaban despiertos excepto una persona…
-¿Q-Qué hora es?-preguntaba mientras entreabría los ojos. No
obtuvo respuesta. Decidió levantarse pero algo se lo impidió, ¿algo o alguien…?
La habitación se encontraba en la más profunda oscuridad.
-Shh, debes descansar-dijo una voz temblorosa en la
penumbra.
-¿Fye?- abrió los ojos por completo, estaba tapado hasta la
nariz por siete mantas que le impedían moverse con normalidad, Kurogane estiró
un brazo y pulsó el interruptor de la luz situado cerca de su cama. La
expresión “hágase la luz” venía como anillo al dedo a la situación. En ese
momento Kurogane clavó su mirada de fuego en su brazo derecho, había algo que
lo horrorizó, tenía una colección de vías conectadas a largos y finos tubos que
transportaban su sangre hasta los pies de su cama. El joven se incorporó y fue
a gatas al destinatario de su sangre, divisó un bulto agazapado y tembloroso que susurraba: una
gotita…dos gotitas…tres gotitas…El espadachín se sentía muy débil, con sumo
esfuerzo agarró al muchacho que “contaba” su sangre, cuando lo tuvo a la altura
de los ojos lo reconoció-¡Fye! ¿Qué estás haciendo con mi sangre mentecato?-le
gritaba mientras lo zarandeaba.
-Pues veras, estoy haciendo un experimento-concluyó muy
feliz. El vampiro llevaba puesto su uniforme de médico.
-¿¡Cómo que un experimento!? ¿¡Qué te crees que soy, una
cobaya…!?-estaba atónito.
-Claro que no “Kuroexagerado”-negaba con la cabeza-, posiblemente te hayas dado cuenta de que
estamos a finales de Noviembre y que hace dos meses desde que me obligaste a
beber tu sangre…
-Sí, si me acuerdo.
-Como tu médico falso de cabecera de la universidad, he
hecho cálculos y en esta época del año tu sangre está mucho más sana y
apetecible…-le explicó sonriente.
-Genial, pero no me has contestado qué haces con mi sangre,
me siento terriblemente mal…
-Es fácil, si te extraigo una gran cantidad de sangre, la
guardo en bolsitas como esta-dijo señalando una bolsa medio llena-y las guardo
no hará falta que me alimente de ti en todo lo que queda de curso.
-¿¡Y cuánta sangre me has quitado!?-preguntaba desesperado,
aquello parecía una pesadilla, era demasiado para ser real.
-En cuanto termine con esta bolsa…no, creo que con dos o
tres más me basta, tengo que llenar la nevera y dejar repuestos-decía mientras
señalaba una pequeña neverita medio escondida en una de las esquinas más
cercanas del gran dormitorio. Kurogane observó el pequeño frigorífico, este
ultimo tenia la puerta abierta y en su interior rebosaban un gran número de
bolsas como la que Fye le había enseñado unos momentos antes, en todas ponía
“Sangre de Kurogane”, empezó a marearse. No paraba de repetirse que tenía que ser un sueño, se le empezó a nublar la
vista, lo último que vio antes de perder el conocimiento fue a Fye inyectándole
algo con una jeringuilla mientras lo ayudaba a tumbarse.
* *
*
-¿¡Qué ha hecho qué!?-preguntaba Tomoyo fuera de
sí-¡¿Es que está loco?! ¡Podría haberlo
matado! -la chica iba de un lado a otro del pasillo, Shaoran le acababa de
contar el “maravilloso” plan de Fye y no se lo había tomado muy bien-Pobre
Kurogane…-decía con lágrimas en los ojos-Estoy decidida yo me encargaré de que
se recupere.
-Tomoyo, es mejor que descanse, Fye…-le explicaba el
joven-él no lo ha hecho por hacerle daño a Kurogane sino por no tener que
alimentarse directamente de él.
-Es una solución, un poco descabellada pero es una
solución-comentaba Sakura al lado de su novio.
-Mira el lado positivo hermanita, de esa forma tu “amado”
Kurogane no tendrá cicatrices por todo el cuerpo, seguro que perdería su
“encanto”…y sería una lástima, ¿no?-bromeaba Hikari intentando quitarle hierro
al asunto.
-¡Hikari! Con esas cosas no se bromea, tu hermana lo está
pasando mal-le riñó Chii-Tomoyo, seguro que Fye no lo hizo con mala intención…
-¡¿Y tú como lo sabes, como lo sabéis todos, como podéis
estar tan seguros de que fue “sin querer”?!-la muchacha no pudo aguantar más
las lágrimas, corrió hacia el final del pasillo y se paró delante de una
puerta, tras pensárselo dos veces, entró.
* *
*
Entraron en la sala común en silencio, nadie sabía qué decir
exactamente. No sabían donde se había metido el vampiro rubio, ni si su amigo
tardaría mucho en recuperarse. Poco después del incidente de la sangre llamaron
a la enfermería de la universidad ya que a Fye se le había ido de las manos
aquel “experimento”, el joven se descontroló y si no hubieran entrado en la
habitación Tôya y Yukito, Kurogane no se habría salvado, desde entonces Fye se
fue sin dar explicaciones y ya llevaba unas cuatro horas sin dar señales de
vida.
-Será mejor que avisemos a los profesores de Kurogane para
que no le ponga ninguna falta de asistencia en lo que queda de semana-dijo
Shaoran, todos afirmaron con la cabeza.
-Voy a buscar Fye,
seguro que tiene remordimientos-dijo Chii levantándose de uno de los sofás.
-Es una buena idea, Hikari y yo iremos a llevarle a Tomoyo
comida para Kurogane-dijo Sakura.
-En ese caso nosotros acompañaremos a Shaoran-dijeron los
otros chicos. Poco a poco fueron abandonando la estancia para cumplir su tarea.
* *
*
En una habitación al final del pasillo. Todo pasó muy
rápido: la jeringuilla, las bolsas con su sangre, los ojos de Fye como
rendijas, el malestar…Kurogane no recordaba nada más. Escuchó voces en el
pasillo y más tarde pudo oír como la puerta del dormitorio se abría y se
cerraba. Alguien había entrado en la habitación. Estaba demasiado débil por lo
cual no se movió. Unos pasos se aproximaron a él, se arrodillaron a su lado y
mucho cuidado cogió una mano del joven moreno. Kurogane podía notar la
respiración de aquella persona, y la tranquilidad que emanaba esta. Tomoyo se
acercó la mano del chico a sus labios y con ternura la besó; en ese momento el
espadachín abrió los ojos y se quedó contemplándola como si de un sueño se
tratase. No dijeron nada ninguno de los dos, permanecieron en esa posición un
largo rato disfrutando que aquel maravilloso instante.
“Qué bella es, es la perfección reencarnada…”, pensaba el
joven. “Es la persona más increíble que he conocido nunca…”, se decía la chica.
Se ruborizaron imperceptiblemente como si se hubieran leído el pensamiento pero
no se movieron.
* *
*
La lluvia caló su ropa y no dejaba de temblar. “Aguantaré
hasta que lo encuentre…”, se decía la chica. Buscaba en cada recoveco, debajo
de cada piedra, en la copa de cada árbol y…nada. Se estaba desesperando ya que
hacía mucho frío, llevaba dos horas buscándolo por la universidad y el mero
hecho de plantearse que todavía le quedaba por buscar en más de la mitad de
aquel gigantesco campus la aterraba. Corriendo entró en el gran salón, el que
se utilizaba para las fiestas, una vez dentro quedó más tranquila. Se quitó el
abrigo, la bufanda y los zapatos que llevaba, en aquella sala en esa época el
año había estufas, se acercó a una de ellas y la conectó en uno de los enchufes
que había en el gran salón, mientras se calentaba escurría el agua de su ropa.
La única iluminación de la sala era la luz del calefactor, la joven de cabellos rubios se había encogido
sobre sí misma, llevaba un precioso vestido en tonos rosas pálidos que al estar
mojado se le ajustaba en cada curva de su silueta. Una sombra pasó fugaz
delante de unos de los ventanales de la estancia, se percató de la presencia de
la muchacha y con mucho sigilo entró por la puerta que seguía abierta, la
reconoció desde lejos, no podía permitir
que se encontrara en aquellas circunstancias por lo que se aproximó a ella y se
sentó a su lado.
-¡Aaah!-gritó llevándose las manos al pecho por la repentina
aparición de esa persona que llevaba buscando más de dos horas y por la que
estaba en ese lugar y mojada-¡Fye, me has asustado!-dijo con un suspiro. El chico
sonrió levemente, tenía tanto el cabello como la ropa tan o más mojada que la
suya.
-Lo siento, no era mi intención… ¿qué haces aquí,
Chii?-preguntó preocupado. La chica se fijó de qué el vampiro tenía los ojos
rojos e hinchados como si hubiera estado llorando largo y tendido.
-Te estaba buscando…-pero no continuó la frase-me he
enterado de lo que ha pasado, y pienso que…-no la dejó terminar.
-Eso no importa, no me perdonará nunca, lo que le he hecho
es, es demasiado…-se le llenaron los ojos de lágrimas y fijó la vista en la
estufa para tranquilizarse.
-Sí que importa, Fye, pienso que no deberías avergonzarte
por lo ocurrido-dijo intentando hacerle ver desde su perspectiva.
-Chii, perdí el control…es algo humillante y por poco le
cuesta la vida a mi mejor amigo-le explicó.
-No debes esconder lo que haces, si nos lo hubieras contado
te hubiéramos ayudado como pudiéramos.
-Ya da igual, todos piensan que soy un monstruo…-dijo
mirándola directamente a los ojos.
-Yo no creo que seas un monstruo…-contestó ella con
sinceridad-creo que eres alguien admirable-dijo sonriente.
-Gracias Chii-se sonrojó por la respuesta de su amiga-tú
también me pareces fascinante…-se quedó observándola al milímetro pero a ella
no le molestó. Permanecieron bajo el calor y la luz del calefactor mucho
tiempo.
* *
*
-¡Venga corred, nos estamos empapando!-decía Shaoran al
grupo de chicos que había ido a comentarle lo ocurrido con Kurogane (sin dar
muchos detalles) a los profesores.
-L a tormenta está empeorando-dijo Tôya con la mirada puesta
en el cielo, había truenos y relámpagos por doquier.
-Cuando lleguemos a la residencia tenemos que llevarle algo
de cenar a Kurogane-recordó Yukito, que llevaba dos horas sin comer y no podía
aguantar más.
En cuanto entraron en el portal de la residencia no se
pararon a mucho, hicieron dos grupos uno subiría a avisar a las chicas de la
opinión de los profesores, y el otro grupo se dirigió a la cocina de la
facultad para preparar la cena de todos. Las chicas iban de arriba abajo
llevando cosas a la habitación de los de 4º, Tomoyo se encargaba de que a su
amado espadachín no le faltara de nada.
-¿Se puede? -dijo Shaoran llamando a la habitación de las
chicas, la gemela de ojos azules le había dicho que su novia se encontraba
allí-Ya estamos aquí -dijo abriendo la puerta de la habitación con cautela.
Cuando entró sonrió al encontrarla-Los profesores creen que sería mejor que
reposara toda la semana.
-Hola, -dijo girándose para recibir a su novio-Qué bien, me
alegro-respondió con su sonrisa habitual, se aproximaron y se besaron
dulcemente, más tarde dejaron la habitación atrás cogidos de la mano.
Todos se reunieron en la sala común a la espera del grupo
encargado de la cena, enseguida llegaron Tôya y Yukito con dos grandes bandejas
cada uno. El rostro de Yukito era la viva imagen de la felicidad, pusieron tres
de las bandejas sobre la mesita de café y la otra se la dieron a Tomoyo, ésta
entendió rápidamente que esa era la cena de Kurogane y suya. Una vez sentados
en los sofás cenando, Hikari abrazó a Tôya y lo besó intensamente, se escuchó
un carraspeo de Shougo que levantaba una ceja mirando a la pareja.
Pasó una hora antes de la llegada de Chii y Fye, entraron en
la sala común al escuchar charlas animadas y risas, en cuanto atravesaron la
puerta se hizo un silencio sepulcral, se miraron unos a otros sin saber qué
hacer con exactitud. En pocos segundos el ambiente se relajó, y se acercaron a
abrazar al joven vampiro, lo echaron de menos y se preocuparon mucho por él en
su ausencia. Le hicieron un hueco en el sofá y le dieron su plato de cena, lo
recibió de buen grado y empezaron a hablar.
-Es genial que hayas vuelto-decía Sakura emocionada.
-Espero no haberos causado problemas-se disculpaba el rubio.
-No tienes por qué pedirnos perdón, o por lo menos no a
nosotros…-dijo Tôya observando como la puerta de la habitación se abría y
entraban dos personas, las dos últimas personas que faltaban para completar la
pandilla. Fye se dio la vuelta y palideció al ver quién había entrado,
rápidamente se incorporó y se colocó delante de Kurogane, que seguía en el
umbral de la puerta. Se miraron intensamente, en los ojos carmín del joven
moreno se notaba ira y decepción, en los ojos ambarinos del vampiro rubio, sin
embargo, se notaba miedo y perdón. Fye abrió la boca pero no le salieron palabras,
Kurogane tampoco supo cómo reaccionar.
-Supongo que fue una venganza por todas las veces que te he
tratado mal, ¿no?-bromeó el espadachín para sorpresa de todos.
-“Kurorín” yo no quería…-dijo bajando la cabeza-yo no quería
hacerte daño.
-Hace falta algo más que sacarme unos cuantos litros de
sangre e inyectarme no se qué para acabar conmigo “Rubiales”, eso lo deberías
saber ya-dijo con una media sonrisa. Fye también sonrió-Pero como se te ocurra
hacerme algo parecido, ¡te juro que te mato!
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