jueves, 8 de noviembre de 2012

Capítulo 23: La primera nevada


Era una hermosa mañana de principios de Diciembre; el campus entero estaba alborotado, los estudiantes corrían escaleras abajo para salir al exterior, todos muy abrigados. El aire penetraba en sus vestiduras de forma instantánea, congelándolos. En el segundo edificio, en el ala Shiroi de la quinta planta, más específicamente, reinaba una paz casi imperturbable. Abrió los ojos lentamente, una luz blanca entraba en la habitación iluminándola de forma angelical, giró la cabeza y vio al vampiro de cabellos rubios vistiéndose muy emocionado.
-Fye, ¿qué haces levantado?-le preguntó, se percató del escándalo del jardín- ¿Qué está pasando?-dijo incorporándose.
-¡¡No te lo vas a creer!!-casi gritaba, estaba tan feliz que prácticamente no podía contenerse.-¡Está todo cubierto de ella!
-¿¡Se puede saber por qué hablas tan alto!?-se despertó Kurogane malhumorado.
-Le estaba diciendo a Tôya que…¡¡¡Está nevandooo!!!-no cabía en sí de gozo.
-No me digas-dijo Yukito acercándose a las ventanas. Se había despertado al escuchar el grito eufórico del joven vampiro.
-No es para tanto-decía Shougo sentándose en su cama. Unos golpes rápidos en la puerta y sin esperar respuesta alguna se abrió, eran Shaoran y el Trío Calavera, todos vestidos con ropa de abrigo, listos para salir a disfrutar del día.
-¿Todavía no os habéis vestido?-preguntó Kamui al ver a la mayoría de los chicos de la habitación en pijama.-¿O es que pensáis iros así?-dijo sarcásticamente con su habitual sonrisa.
-Nos acabamos de levantar, graciosillo-decía Kurogane mientras buscaba algo que ponerse en su armario.
-Nosotros vamos a avisar a las chicas-dijeron Tôya y Yukito.
*        *        *
En la habitación hacía mucho frío, una de las hojas de las ventanas estaba abierta de par en par, y el aire entraba en la estancia como alma que lleva el diablo. Las jóvenes se habían cambiado de ropa, para enfrentarse al día de la forma más apropiada. Se encontraban sentadas en las camas charlando tranquilamente. Unos golpes firmes sonaron en la puerta, Mokona fue la que abrió la puerta antes de que el pomo girara desde el exterior. Para sorpresa de los chicos sus hermanas y amigas estaban listas para un día perfecto en la nieve.
-Vaya, ¡qué temprano te has levantado “Sakuzzilla”!-decía mientras despeinaba con una mano a su hermana.
-¡Eh! Me acabo de peinar y… ¡¿Cuántas veces a de decirte que no me llames así?!-decía Sakura cabreada.
By Sakurita
-“Chiin-kong”, ¿no crees que vas un poco fresquita para la ocasión?-preguntó señalando a su prima que solo llevaba una blusa y unos vaqueros.
-Ja, Ja, muy gracioso-decía Chii molesta-¿nunca cambiarás?
-Por lo que veo, saludas a “todas” menos a tu novia-bromeaba Hikari haciéndose la enfadada. El joven moreno se apresuró a abrazarla. Se escucharon uno extraños ruidos en el marco de la puerta, se dieron la vuelta para contemplar algo digno de ver, no pudieron aguantar la risa.
-Wau, Yukito, ¿tenías frío?-decía Tomoyo entre risas. El joven aprendiz de mago se encontraba en el umbral intentando entrar en la habitación, parecía una bola, de la cantidad de ropa que llevaba puesta.
-Sois unos exagerados-decía-solo llevo unas ocho capas sin contar los dos anoraks que llevo encima, tengo la piel sensible- decía encogiéndose de hombros.
-Mira el lado positivo, si te caes por la escalera seguro que rebotas y no te haces ningún rasguño-decía Tôya flojo de la risa. En ese momento llegaron los demás al pasillo; poco a poco fueron bajando la escalera con sus respectivas parejas.
*        *        *
-Ya verás Chii, te voy a enseñar todo lo que sé-decía Fye muy sonriente. La chica estaba encantada. Ambos se alejaron del resto del grupo para que el vampiro pudiera dar sus clases particulares a su alumna más especial.
-Pues ellos no pierden el tiempo, desde luego-dijo sorprendido Shaoran; iba cogido de la mano de Sakura, se la acercó a los labios y suavemente la besó-¿qué prefieres hacer primero muñecos de nieve o esquiar?
-Mm, esquiar-dijo decidida, dedicándole una dulce sonrisa. La pareja se dirigió a una suave colina en la que estudiantes y algunos profesores esquiaban o hacían snowboard.
-Yo voy a ir a la cafetería, me he enterado de que hay un bufet libre desde por la mañana-dijo Yukito despidiéndose de sus amigos.
-Por cierto, ¿Dónde están Primera y Shougo?-preguntó Tomoyo a su gemela. Ésta le dio la negativa.-esta mañana Primera tampoco estaba…
-En nuestra habitación no ha estado-aclaró Kurogane respondiendo a la pregunta de Tomoyo aunque mirando a Hikari al hablar. Tomoyo se percató del gesto y frunció el ceño.
-Da igual, se habrán ido para estar a solas y tener intimidad- dijo Hikari quitándole importancia.-Tôya, ¿qué te parece se vamos a hacer muñecos de nieve?-propuso contenta.
-Me parece genial-contestó sonriendo, y echándole un brazo por los hombros a su novia dejaron solos a Tomoyo y Kurogane.-¿Qué les pasa a esos dos?-preguntó una vez lo bastante retirados como para que no los escucharan.
-Ni idea-se encogió de hombros. Tomoyo vio como se alejaban uno pegado al otro y maldijo para sus adentros aquella incómoda situación: Kurogane no le dirigía la palabra, ni siquiera la miraba y para colmo se “queda” a solas con él; suspiró mirando a otra dirección cruzando los brazos. Si iban a estar así se le haría el día eterno e insoportable.
-¿Qué vas a hacer?-preguntó el espadachín con los ojos puestos en un grupo de muchachas que construían un muñeco de nieve torpemente.
-No lo sé, había pensado…-se calló de pronto, cogió aire y se colocó delante de él, mirándolo fijamente.-Había pensado en ir a dar un paseo y patinar.
-Bien, te acompañaré-le dijo. “No parece muy convencido” pensaba la chica desilusionada, “A lo mejor es que ha hecho planes con otra…” apartó ese último pensamiento de su mente.
-Vamos por ahí, parece un lugar tranquilo-señaló un sendero acogedor, propio de una estampa navideña.
*        *        *
-¿Te lo estás pasando bien, Chii?-preguntaba Fye; se encontraba detrás de ella, sujetándola de la cintura para que no se cayera, estaban montados en una tabla que según él era de snowboard pero para dos personas. Bajaban la colina a una velocidad vertiginosa.
-Claro que si Fye, contigo siempre me lo paso genial-dijo regalándole una encantadora sonrisa que sobrecogió a al vampiro.
*        *        *
-¿Eso qué es?-preguntaba Sakura alarmada. Shaoran palideció por momentos, era una avalancha que iba directa a ellos. Sin pensárselo dos veces se desabrochó rápidamente las correas de sus esquís y saltó para apartar a su novia de la tromba de nieve que se acercaba a la velocidad de la luz.
*        *        *
Más abajo los estudiantes hacían muñecos de nieve, muy divertidos. La pareja estaba formando una gran bola de nieve que sería el cuerpo de su muñeco, ella estaba agachada recogiendo nieve del suelo cuando Tôya lo vio, a lo lejos los estudiantes corrían en su dirección como si no fuera a haber un mañana, se le aflojaron las rodillas. Hikari se percató y miró en la misma dirección en la que su novio lo hacía; se le hizo un nudo en la garganta, notó como una mano agarraba la suya y la llevaba lejos allí.
*        *        *
La enorme ola de nieve siguió arremetiendo contra todo que se interpusiera en su camino. Andaban en silencio, no iban cogidos de la mano ni muy juntos, era como si algo los separara. La joven de cabellos largos, negros y ondulados había propuesto varios temas de conversación que finalmente quedaban en aquel incomodo silencio. Se estaba hartando de aquella ignorancia e inverosimilitud de él, no lo comprendía. Decidida se paró en seco y levantando la cabeza abrió su corazón.
-No lo entiendo, de veras no lo entiendo. Desde hace un par de semanas estás raro, no me miras, no me diriges la palabra, me evitas…He estado a tu lado te he apoyado, te he cuidado y, ¿así me lo pagas?-dijo con las lágrimas saltadas.
-No es eso, es…es complicado-dijo mirándola a los ojos por primera vez en todo aquel tiempo. Su mirada se desvió un poco más lejos, aguzó la vista y se dio cuenta de lo que iba a pasar, debían de salir de allí fuera como fuese. Ella se indignó y cansada de aquel juego se giró para descubrir a qué era lo que el joven clavaba sus ojos rubí. “Debe de tratarse de una pesadilla” se repetía la chica una y otra vez, no podía moverse, se había quedado paralizada por el miedo, tardó en escuchar a Kurogane gritando su nombre, aún así no se podía mover y aquella monstruosa ola de nieve les estaba pisando los talones. De pronto el espadachín la cogió en sus brazos y corrió como nunca lo había hecho para alejarse de aquel lugar.
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-Ya estamos frenado-anunció Fye muy contento, se lo estaban pasando en grande. Habían descendido toda la colina sin cruzarse con nadie y aunque eso le extrañaba no le dio muchas vueltas. Un poco más lejos divisó a Kurogane corriendo con Tomoyo en brazos, era como si estuviera huyendo de ellos.
*        *        *
El joven moreno se dio la vuelta para ver a qué distancia estaba la ola, en ese momento lo vio, no se lo podía creer, dejó de correr sentó a Tomoyo en un banco retirado y muy cabreado fue directo a la ola. La chica al ver las intenciones del joven gritó su nombre pero no le hizo caso, en escasos segundos Kurogane quedó sepultado por la inmensa ola, o por lo menos eso es lo que creyó la joven, y con todo el dolor de su alma se arrodilló en el suelo y las lágrimas bañaron su rostro mientras gritaba el nombre de su amado con desesperación.
La nieve empezó a esparcirse por el suelo; fue entonces, solo entonces cuando el espadachín salió a la superficie, llevaba a Chii a la espalda y en una mano sujetaba el cuello de Fye, estrangulándolo. Se escucharon las voces de sus amigos, iban corriendo a su encuentro. Tomoyo se levantó y corrió a comprobar si estaban en buen estado y no había heridos. Una repentina felicidad la inundó por dentro al ver a Kurogane sano y salvo. 
*        *        *
El grupo se dirigió a una pequeña pista de hielo que había cerca. Para sorpresa de todos Primera y Shougo patinaban como una pareja de profesionales, haciendo acrobacias imposibles. Entraron en la pista con sus amigos; unas horas después llegó Yukito acompañado del Trío Calavera con unas grandes bolsas de comida, eran el almuerzo de todos, las dejaron encima de un banco y fueron a patinar con lo demás.
-Por cierto Kurogane, ¿cómo se te ocurre ponerte en medio de la avalancha de nieve?-preguntaba Shaoran preocupado.
-Veréis, ha sido bastante gracioso, estábamos Chii y yo haciendo snowboard con mi tabla cuando las pistas se quedaron libres, desiertas, a los únicos que vimos fueron a “Kuromiedoso” que corría con Tomoyo en brazos- explicaba Fye de forma resuelta.
-So pedazo de memo, no es que estuviera desierta la pista, es que ibais arrasando todo a vuestro paso; no soy un miedica, estaba salvándonos de ser sepulcrados por un idiota acompañado; y por último eso no es una tabla de snowboard sino de surf, cretino.-se justificaba Kurogane mientras estrangulaba a Fye y lo zarandeaba como si fuera un trapo.-Me puse delante de la ola y cogí al vuelo a el imbécil este y a Chii, mi cuerpo paró gran parte de la nieve pero no me tiró ni nada-concluyó Kurogane.
-Desde luego, con vosotros no se gana para sustos-dijo Hikari abrazando a su gemela. Kurogane se quedó mirando como patinaba Tomoyo, aunque intentaba que no se notase era evidente que era a ella a quién siempre miraría y salvaría. La voz de Fye interrumpió sus pensamientos.
-¡Mira Kurorin! ¡Mira lo que hago!-decía mientras daba vueltas de forma descontrolada.
-¡Fye, para!-Kurogane intentaba correr.
-¡¡No se parar!!
-¡¿¡QUÉ!?!-Kurogane hizo un movimiento en falso y cayó con estrépito sobre la dura y fría superficie del hielo. En ese momento Fye se paró a un metro suyo y se acercó.
-¿Estás bien?-preguntó-Vaya caída deberías haberte visto la cara-empezó a reír.
-Eres…eres-Kurogane arrojó a Fye por los aires, este aterrizó sobre la nieve boca arriba. Todos rieron, salieron de la pista y se sentaron donde estaba la comida, manos a la obra para almorzar. Comentaron las cosas que habían ocurrido en la ausencia de la estrella y de su pareja, y otras muchas cosas.
-Yuki, ¿te has pasado todo el tiempo desde que te fuiste hasta que has vuelto en la cafetería?-preguntó Tôya, al recordar aquel detalle.
-Claro,-contestó sonriente- ¿para qué creéis que ponen los bufets libres? Para comer todo lo que hay. Espero que os guste porque esto era lo último que había-dijo muy sonriente sin parar de comer a su ritmo habitual.
-Esto… ¿esto es lo último?-preguntaron todos al unísono, tragando saliva-¿Qué ha pasado con la demás?
-Me la he comido-dijo simplemente. Se les pusieron el vello de punta, en aquel bufet había comida suficiente para todo el día, para todos los estudiantes y profesores y aún así debía sobrar…
-Mirad, angelitos de nieve-canturreaba Fye tirándose al suelo y moviendo brazos y piernas.
-Madre mía, Fye, ¡Cuantos has hecho!-dijo Chii acercándose al lugar en el que el vampiro hacia sus angelitos de nieve.
-¿Quieres probar?-preguntó el joven con su habitual sonrisa.
-Nosotros hemos hecho este muñeco de nieve-dijo Kamui señalando a un gigantesco muñeco al que Subaru y Ryhuo daban los últimos retoques. Unos hicieron más muñecos y otros angelitos en el suelo. Kurogane estaba concentrado en su muñeco cuando Fye lo llamó.
-Kurotan, se parece a ti-dijo muy orgulloso al lado de un angelito que parecía un monigote.-¿A que sí?-dijo girando la cabeza para ver la reacción de su amigo, no le dio tiempo ni de pestañear cuando una enorme bola de nieve se estampó contra su cara. Escuchó la risa sonora de Kurogane. Todos se quedaron quietos y en silencio. Fye se agachó para formar una bola de nieve y con el grito de “Guerra de bolas”, el grupo de amigos empezó con la batalla sin parar de reír.

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