La llegada del mediodía
apremiaba, mientras todos los alumnos de la universidad dormían plácidamente.
El joven que había perdido la apuesta de hace un par de noches, se había
levantado con garbo y había comenzado con su tarea en dirección a la gran
cocina. Antes de salir se arrebujó bien en el anorak y se había cubierto la
garganta con la bufanda.
Aunque todavía era noviembre, el
frío estaba siendo el rey del lugar. Al salir del edificio observó como los
cerezos disfrutaban de sus suaves pétalos de las flores y sus hojas intactas en
las copas. Esto era posible debido a la magia que los profesores con poderes
mágicos (Yuuko y Clow sobretodo) le cedían al lugar para evitar que las plantas
se marchitasen, y darle así un aspecto de impasibilidad en cuanto al transcurso
del tiempo.
Para abrir la puerta trasera del
comedor, y llegar hasta la cocina, usó la llave que llevaba en el bolsillo. Una
vez dentro se despojó del abrigo, la bufanda y los zapatos; se colocó un
delantal, unas zapatillas; se lavó las manos y encendió los fogones. Ojeó el
libro de recetas para escoger un plato para hacer, y una vez lo obtuvo fue a la
cámara frigorífica a por los ingredientes. Quiso buscar en los diferentes
estantes pero lo único que halló fue el más absoluto vacío. Dejando caer el
libro de cocina y el delantal (tras apagar el fogón) sobre la encimera, se
volvió a poner el abrigo, los zapatos y la bufanda, que con tanto cariño le
había tejido su hermana hacía unos años atrás, y corrió en dirección a su
edificio de residencia.
El pomo dorado de la puerta de
madera rojiza, perteneciente a la habitación de los chicos, rotó. Dejando ver
una estampa en la que todos sus compañeros dormían a moco tendido, en compañía
de la inconfundible saeta de ronquidos. Uno de
ellos estaba despierto leyendo intrigado una novela.
-¡Pensé que seguías dormido! Necesito tu ayuda- apremió el
joven moreno.
-Dime- el otro muchacho no despegaba los ojos del relato.
-¡Yuki, escúchame!- lanzó el libro que su primo leía, aterrizando
en una de las literas.- Necesitamos provisiones.
-¿Y por eso tienes que pagarla con mi libro?- la segunda
personalidad e Yukito comenzaba a asomar.
-¡Sabes que no era eso lo que realmente quería hacer!-
intentó disculparse.
-Si no era eso, dímelo tú, Tôya- Yukito se había levantado de
la cama levitando, al más puro estilo exorcista.
-¡Lo que sugería era que fuéramos a comprar alimentos!
¡Yuki, vamos no te pongas así!
-¡Yo voy!- Fye se había despertado con el libro señalado en
la cara- Creo que no me queda otra opción, aquí ya no se puede ni dormir.
-Lo siento colega…por lo del librazo…- le extendió una mano
Tôya a modo conciliador.
-¡Naa! No es nada- dijo el rubio aceptando la mano- ¡Kurotee
es hora de levantarse!- canturreó.
-¿Por qué siempre mi despertador será el mismo?- dijo
agarrando por el cuello del pijama a Fye y haciendo que este saliera de su cama
y bajara hasta la de él- ¿Dónde está el dichoso botón de apagar?- Kurogane
intentaba con todas sus fuerzas asfixiar a Fye para que este dejara de darle la
lata de una vez.
-¡Ay, Kuroburro, te has levantado de un humor excelente,
como de costumbre!- Fye a su vez intentaba deshacerse de las manos de su amigo-
¡Ya-no-pue-do-más!- el estrangulado dejó salir el aire y agachó la cabeza
dejando todo el cuerpo flojo.
-¿Fye?- Kurogane le levantó un mechón que le tapaba la cara-
¡¡¡Fye!!!
-¡¿Pero te lo has cargado?!- Shougo quien se había
espabilado entre tantas voces, se quedó estupefacto tras ver la escena.
-¡¡No si no se puede morir!! (o eso creo)- Kurogane tenía la
cara descompuesta- ¿No Fye, verdad que sí?
-¡Pues claro que sí!- este le posó una mano en el hombro de
su amigo dándole unas palmaditas.
-¡¿Pero estabas vivo y no decías nada?! ¡Ahora si que te voy
a matar!
-¡Kuropon se preocupa por mí aunque no lo quiera admitir!
-¿Qué has dicho vampiro de pacotilla?
La persecución se fue
desplazando hacia el pasillo. Los demás compañeros de la sala hicieron las
camas y se vistieron.
* * *
-Hoy es sábado…¿Qué hacemos?- Sakura estaba tumbada en su
cama mirando la litera de arriba.
-Por lo visto los varones tienen ya planes, mi princesa.
-¡Aah! ¡Chaos! ¿De dónde sales?- la chica tenía una mano en
el pecho y otra tiraba de las sábanas para que el muchacho no pudiera ver el
camisón.
-Por fin me he deshecho de las terribles ataduras que
vuestro hermano, mi princesa, me había impuesto contra mi voluntad impidiéndome,
así veros.
-Me alegro mucho, Chaos…pero ¿no crees que sería mejor
avisar que vienes a visitarnos? Para no estar “inadecuadas”- Tomoyo comenzaba a
estar un poco harta de aquel entrometido de pelo verde.
-Sakura- le cogió la mano que sujetaba las sábanas- tú nunca
estás inadecuada- alrededor del joven volvió a salir la nube de brillos al más
puro estilo “el príncipe encantador”, tan característico de él.
-Espera- Hikari se había incorporado a la conversación- ¿has
dicho que los chicos tienen planes?
-En efecto, planean ir de excursión fuera del campus- dijo
desviando la mirada levemente de su querida Sakura.
-¡Seguro que mi Shouguito también va!- Primera ponía ojitos
de ternura, mientras se imaginaba caminando con su amado Shougo de la mano.
-¡Está claro! Tendremos que ir- Tomoyo se resignó ante la
posibilidad que Primera todavía no había planteado.
-¡Y puede que Kurogane también vaya!- Sakura le dio un
codazo al tiempo que le guiñaba un ojo.
Justo al decir esto, el
perseguido y perseguidor, irrumpieron en el dormitorio. El rubio soltó a una de
literas, mientras que Kurogane se quedaba en medio de la sala con la vista
clavada en Tomoyo.
-¿Fye?- la joven Chii, que seguía dormida, lo había
reconocido entre sueños.
-Sí, pequeña, aquí estoy- el muchacho deslizaba la mano por
entre los cabellos de la chica, al tiempo que recordaba la muerte de su “otra”
Chii.
El moreno sin poder ser dueño de
sus ojos contempló el sugerente camisón que la chica (Tomoyo) llevaba, y
ruborizado dejó anclada la mirada en la moqueta.
-Hola- se atrevió a decir ella observando su reacción, tras
comprobar que él también iba en pijama.
-Lo lamento, Tomoyo- recogió a fye sin delicadeza alguna y
lo arrastró hasta la puerta- ya nos veremos.
-¡Uy! ¿Qué bicho le ha picado a este?- lanzó la pregunta al
aire Primera.
* * *
El frío sol más cercano al
invierno reinaba a sus anchas en el cielo. Los alumnos de la quinta planta (sin
excepción alguna) tenían el permiso para salir de la universidad.
-¡¡Libertad!!- gritaba Hikari estirando los brazos tras
salir de los últimos resquicios de la TAU. Tôya quien iba a su lado, sonreía al
ver la alegría de su novia.
-¿Sabes una cosa, Fye?- Chii le habló directamente, mientras
Yukito los observaba- Hoy he tenido un sueño en el que aparecías.
-¿A sí, un sueño?- disimuló el chico.
-¡Sí! Llegabas a mi dormitorio, te sentabas en mi cama, me
acariciabas el pelo y me susurrabas cosas al oído…- la mirada penetrante del
hermanos de esta se hizo notar en la nuca de Fye.
-¡Ay, qué ver, menudos sueños tienes Chii!- se escabulló sin
disimulo alguno.
Por otra parte, Primera caminaba
pegada a Shougo, ya que de esa manera ella pensaba que eran una sola persona.
-¡Esto no es justo!- decía Shaoran por lo bajo.
-¿A qué te refieres?- le preguntó Sakura en el mismo tono.
-Él sí puede disfruta de su amor- habló señalado a Tôya- y
yo no puedo siquiera cogerte de la mano- la chica se ruborizó ligeramente. Y sin
pensárselo dos veces, entrelazó los dedos en los de él.
-¡Pero te va a reñir!- continuaba susurrando.
-¡Eso ya lo veremos!- una aureola rojiza envolvió la
envolvió- ¡Se la tengo jurada!
El supermercado se encontraba a
una par de manzanas de la universidad. Durante todo el trayecto, Kurogane estuvo
en silencio, rasgo que no pasó desapercibido para Tomoyo.
-Haganemaru…quiero decir…Kurogane…¿podemos hablar?- Tomoyo
lo sorprendió observando las estanterías de osos de peluche.
-Sí, ¿qué quieres?- soltó uno de los osos blancos que
mantenía en las manos.
-No es nada…solo me preguntaba…esto que…- comenzó a ponerse
nerviosa- ¿por qué estas tan distante?- se atrevió al fin.
El joven sorprendido, intentó
aclarar lo que se le pesó por la mente de forma fugaz.
-Eres la sacerdotisa del reino de Sowa, y yo un ninja a
vuestro servicio…como debería de ser- tras aquella fría mirada, se encontraba
un corazón martirizándose así mismo por todo aquello, y eso Tomoyo lo sabía.
-Espera- le agarró de la ropa- lo que dices…no lo sientes
realmente…¿por qué lo estás haciendo tan complicado?
El muchacho sin volverse a
mirar, se deshizo del agarre de ella y se marchó.
* * *
-¿Qué es lo que necesitas, Tôya?- preguntaba Yukito, al tiempo
que empujaba un carro.
-¡De acuerdo! Necesitaré dos carros más.
-Espera, Yukito, yo voy a por uno de ellos.
-¡Gracias Hikari! ¡Qué buena eres!...Y hablando de buenas
personas…- por el pasillo perpendicular aparecieron Shaoran y Sakura cogidos de
la mano, mirando algunos estantes- Él también lo es…
-Se va a enterar de quien manda aquí.
-¡Tôya otra vez no!
-¡Eh, tú mocoso!
-Ya te lo dije…¿Sí, Tôya?
-¿Por qué tienes sujeta la mano de mi hermana?
-Porque yo se lo he pedido.
-Sakura no te metas, esto es entre en mocoso y yo.
-Creo que a mí también me incumbe, además Shaoran no es
ningún mocoso ya que él me ayudó con las cartas, y más tarde con las plumas…cosa
que tú, hermano, no hiciste- Tôya quedó rendido ante el ataque de su hermana.
-Te dije que no te metieras- Yukito apareció detrás con dos
carros en compañía de Hikari.
* * *
En otro lado de la tienda, Chii
estaba subida en uno de los carros, mientras Fye tiraba de él; y Primera (con
siempre fiel Shougo) lo llenaba con todo tipo de productos.
-¡Más rápido!- decía la rubia intentando que el chico
metiera el turbo.
-¡Más rápido para la señorita!- y obedeciendo, corrió por el
pasillo abandonando a Primera quien estaba cargada con cincuenta botes de
champú y acondicionador para el cabello.
En una de las curvas se toparon
con Kurogane.
-¡¿Se puede saber qué estáis haciendo?! Chii bájate antes de
que te llamen la atención ¡Y tú memo más que memo! ¡¿Cómo se te ocurre hacer
eso delante de ella?!
-¡No le des tanta importancia Kurote!- dijo tras dedicarle
una sonrisa a Chii y ambos salir de allí
subidos en el carro.
-¡Este Fye nunca cambiará!- Kurogane se volvió a quedar
mirando la puntera de los zapatos, que los llevaron de vuelta a la calle de los
peluches.
-¡¡Bien!!- sonreía Chii, mientras era catapultada a toda
prisa.
-¿A que es divertido?
-¡Claro que sí, Fye! ¿Pero si tú estás aquí conmigo…?- ambos
miraron el manillar del carro y observaron como la puerta del supermercado
quedaba atrás.
-¡¡Son Chii y Fye!!- los demás salieron a todo gas dejando
la compra a medias.
La pareja se deslizó con una
velocidad vertiginosa cuesta abajo. Una piedra interceptó la trayectoria de una
de las ruedas provocando que el carro comenzara a dar vueltas. Yukito usó su
magia para rescatar a su hermana, llevándola de vuelta a sus brazos. Por el
contrario, Fye disfrutaba del paseo riendo a carcajada limpia. La cuesta abajo
se invirtió, haciendo que la fuerza y velocidad adquiridas durante el descenso
se disiparan poco a poco, conforme el carro subía. Casi a punto de llegar a la
cumbre, este se detuvo, fue entonces cuando Fye sacó los brazos y comenzó a “nadar”
en el aire, con intención de terminar de subir. Su gran idea había resultado
todo u éxito, y sus compañeros aliviados comenzaron a cuestionar las leyes de
la gravedad de Newton. Con gran dramatismo se secó el sudor de la frente, un
ligero picor de nariz provocó el estornudo y se precipitó de vuelta al
supermercado. Todos los presentes observadores empezaron la huída, apartándose de
la trayectoria del carro-bala. Tras la nube de polvo que se había creado, todos
fueron en busca de su amigo.
-¡¡¡Fye!!!¡¡¡Háblanos, dinos algo!!!
-¡Hola!- el muchacho, al parecer, había saltado antes de que
el carro llegara a su destino (la pared de la tienda).
-¡Este no hay quien se deshaga de él!- soltó Kurogane con
desdén después de lo de esa mañana.
Los empleados del centro, tras
el estruendo, salieron para ver qué había causado tanto alboroto.
-¡Bien hecho colega! ¡Ahora tendremos que buscar otra tienda
donde comprar!- decía Kurogane sonriente al ver la cara de amargura de Fye
quien tuvo que pagar los desperfectos y ser expulsado del lugar.
-¡Déjate de bromas!- le espetó el vampiro.
-¡Fye es un patoso! ¡Fye es un patoso!- Kurogane no cabía en
sí, por lo que reía y bromeaba imitando a du amigo.
-¡Genial! Ahora tendremos que ir a la otra punta de la
ciudad a terminar las compras- Tôya estaba todavía de mal humor.
-Eso te pasa por perder las apuestas- Yukito le recordaba el
último baile- Si no hubieras aceptado como pago hacer el desayuno a toda la
universidad, posiblemente no hubieran acabado con las existencias de comida…
-¿Quieres decir que esto es obra del Trío Calavera?
-¡¡Claro!! ¿Tú los has visto comprando? ¡Qué yo recuerde
habíamos salido todos!
-¡Cuando los pille los voy a matar! Después me encargaré del
mocoso…
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