miércoles, 10 de octubre de 2012

capitulo 16: Fiesta de pijamas


    Ese día tocaba “casualmente” examen para todas las chicas. Parecía que todos los profesores se habían puesta de acuerdo para ello. Primera miraba su horario:
 -Veamos, hoy, tenemos examen de teoría. Mañana, entregar el trabajo individual y hasta el viernes no tengo el examen práctico, creo que eso es todo- y siguió ojeando su agenda por si olvidaba algo- chicas, mirad, pronto es la Fiesta del Fundador.
 -¿Qué fiesta?
 - La del fundador, ya sabes, la de las carrozas y el baile…- aclaró Tomoyo.
 - Sí, pero te olvidas de lo mejor- apuntó Primera- hay un súper desfile de modelos que ganare yo.
 - Puuu, ¿un desfile de modelos?- en ese momento Mokona salió de la nada- Mokona quiere participar, desfilar es uno de las ciento ochenta habilidades ocultas de Mokona.
 - No tienes posibilidades- dijo la diva con sorna- recuerda que yo me voy a presentar al concurso.
 - Quien sabe, todo puede ocurrir- intervino Sakura para evitar una pelea interrumpiendo a Mokona que iba a contestar de mala manera.
     Primera hizo un ademán, como quitándole la razón. Por otro lado, Hikari tenía otra duda:
 -Pero… ¿es muy pronto?- dijo acercándose al horario de primera, para ver en que día caía- ¡Dios, sí que es pronto! No sé si tendré tiempo para todo: los vestidos, los exámenes, toya…
 - Pobre hermanita- la compadeció Tomoyo- si quieres te ayudo con los vestidos- se ofreció ilusionada.
 - Eh… no te molestes, creo que podré con todo yo sola- y le dedico una sonrisa. Hikari sabía que la moda y la confección no eran el fuerte de su gemela.
 - Dejad de charlar que no llegamos a clase- el apremió Chií mirando su reloj de pulsera.
*     *     *
 - Uf, la cabeza me va a explotar- se quejó Tomoyo. La chica había hecho un largo y duro examen de tres horas.
 - Yo, por fin, he terminado mis exámenes- dijo aliviada Chií.
 - ¡Qué suerte! Yo todavía tengo unos cuantos esta semana.
 - ¿Sabes qué? Esta semana, como las de mi carrera y yo hemos terminado los exámenes vamos a hacer una fiesta de pijamas en el polideportivo- le contó la chica a su amiga.
     Rihuo que pasaba por allí, se enteró de la conversación.
 -¿Una fiesta de pijamas? Suena divertido ¿puedo ir?
 - Esto… se supone que es solo para chicas- contestó Chií.
 - Pero, si yo voy, seguro que os lo pasáis mejor- insistió el chico.
- ¿No pillas las indirectas, mocoso? Que no puedes ir- le espetó Tomoyo y, el chico, alicaído, se marchó a otra parte.
 - Creo que te has pasado un poco- le recriminó su amiga.
 - Peor hubiera sido si llega a estar aquí Primera. Y ya lo habría “cambiado”. Pero ¿solo vais a ir a la fiesta las de tu carrera?- dijo la chica cambiando de tema drásticamente.
 - En teoría si- Chií no sabía a qué venía esa pregunta.
 - ¡Ah!, Bueno, entonces supongo que yo no puedo ir- Tomoyo intentaba que no se le notase que quería colarse en la fiesta.
     Chií se vio en un callejón sin salida, enseguida se arrepintió de contarle lo de la fiesta, pues no sabía cómo reaccionarían sus amigas. No tuvo más remedio que decir:
 -Tal vez puedas venir tú también a la fiesta.
 - ¡De verdad! Gracias, tu eres una amiga.
*     *     *
     En la sala común, primera caminaba montada en unos tacones kilométricos y un libro en la cabeza. Ensayaba para el desfile.
 -¿Qué tal lo hago, Shuogito?
- Eres magnífica, una auténtica modelo, no cabe duda de que ganarás- aunque el chico no estaba muy convencido de lo último, sabía que no podía decirle otra cosa sin que la chica “lo castigara” y no estaba dispuesto a eso.
 - ¡Ah!, otra cosa- recordó Primera- tenemos que ponernos de acuerdo para decorar nuestra carroza, ya tengo unas cuantas ideas- y siguió con su ensayo. Para Shuogo no pasó desapercibido que su novia no le había pedido opinión, solo lo había informado. No pudo hacer otra cosa que indignarse y acatar las órdenes de “su dueña”.
     En ese momento entró en la sala común Kurogane con cara de mal humor (para variar), seguido por Fye y Mokona, que decían a coro: Kurogane está enamorado, Kurogane está enamorado…
 -¡Queréis callaros de una vez!- les chilló el espadachín.
 - Fiuuu, Kurorin se enfada-  se burló Fye- y mira, ahora se está poniendo rojo ¿estará pensando en su Tomoyo? Kurogane está enamorado…
     El verdadero motivo de que el chico estuviera rojo era que su amada había entrado a la habitación y se estaba enterado de toda la conversación, con lo que también se puso colorada como un tomate. Los dos miraron al suelo, incapaces, por la vergüenza de mirarse el uno al otro. Tal era la furia del chico que agarró a Fye por el cuello, casi ahogándolo y le susurro al oído:
 -Como no te calles, te juro que te mato.
 - Me ahogo…- el rostro del vampiro, siempre pálido, estaba cogiendo un color morado nada saludable y sus ojos ambarinos casi estaban fuera del cráneo.
     Por suerte para el vampiro, Chií, que había entrado junto a Tomoyo, intervino en la pelea:
 -Kurogane, por favor, cálmate- rogaba colgada a la espalda del chico, intentando separarlos.
 - Kurogane, que no es para tanto- solo cuando su Tomoyo se lo pidió paró, aunque siguió rojo como un tomate.
     El chico rubio cayó al suelo, casi desfallecido, y chií corrió a su lado. Tomo con delicadeza la cabeza del chico entre sus manos y la posó sobre su regazo. Fye abrió los ojos y fingió que se encontraba mal para seguir allí, en lo que le pareció el paraíso. La escena se volvió rosa mientras los chicos se miraban a los ojos y la chica acariciaba los cabellos del joven. El momento se volvió tan íntimo que hizo que todos miraran a otra parte.
     Mientras tanto, Tomoyo aprovecho que primera y Shuogo estaba a lo suyo para preguntar a Kurogane:
 -Esto… Kurogane ¿Te importaría formar equipo conmigo para hacer la carroza del día del fundador?
 - Me encantaría- el chico no lo dudo un momento- Es decir, no tenia compañero hasta este momento, así que… ¿Por qué no?- intento disimular y ocultar sus sentimientos, pero Tomoyo había pillado el estado de ánimo de su amado al vuelo y estaba llena de gozo.
 - Muy bien, entonces ¿Quedamos mañana para hablar del estilo de la carroza?
 - De acuerdo.
*     *     *
Chií había llegado al polideportivo, donde ya la esperaban sus compañeras. Cargaba con una discreta mochila a cuestas con todo lo necesario para pasar una noche de chicas. Entró en la estancia y encontró a las demás ocupando toda la pista. Algunas habían tirado su saco al suelo y haciendo un corro, hablaban sobre “Dios sabe qué”; otras corrían de un lado para otro en lo que parecía el juego del pilla-pilla y en una esquina habían improvisado un taller de peluquería-manicura-maquillaje.
-Hola- la saludó Misae, una compañera con la que se llevaba muy bien.
 -Hola- respondió la lluvia alegremente- ¿Has visto a Tomoyo?
 - Si esta en el taller.
 - Gracias- y se dirigió hacia allí.
     Cuando llego encontró que su amiga estaba rodeada de personas que la estaban dejando como un payaso.
 -¡Ah!, ola chií- saludo la chica cuando vio a su amiga, que desconocía las pintas tan ridículas que llevaba.
 - Tomy, estas…- chií intentaba reprimir la risa, al mismo tiempo que buscaba una palabra “no hiriente” para describir a su amiga- pareces otra.
 - ¿De verdad? Gracias- ella creyó que era un alago y como tal se lo tomo.
     En ese momento, la chica rubia, se percató de la presencia de sus mejores amigas en  el umbral del polideportivo. Iban cargadas con sendas maletas a la espada y ataviadas con el uniforme del colegio.
 -¿Qué hacéis aquí?- les preguntó Chií.
 - Pues veras…- dijo Sakura- es que hemos tenido un percance en nuestra habitación por culpa de “Trío calavera”.
 - ¡QUE! Pero ¿no se habían acabado las bromas de esos tres?
 - Al parecer, esos no cambien- explicó Primera- como yo los coja… no volverán a ser los mismos- decía mientras golpeaba un abanico en la palma de su mano.
 - Pues veras…
     El “Trío calavera” entró sigilosamente  en la habitación de las chicas. Estaba vacía y ordenada, por las ventanas abiertas entraba una brisa fresca muy agradable. Intercambiaron unas miradas cómplices y se pusieron manos a la obra. Abrieron las jaulas donde tenían a las  “dulces criaturas” y fueron colocando una (o dos, en el caso de Primera) entre las sabanas de cada cama. Cuando hubieron terminado se marcharon, orgullosos de su trabajo. Estaban impacientes. No podían esperar el momento en que las chicas descubrieran su regalito: unas “preciosas” serpientes y otras cuantas arañas peludas.
 -…Y eso es lo que ocurrió. Concluyó Hikari- me dan un miedo horrible las arañas, no las soporto- la chica contrajo el rostro en una mueca de asco. Con esas patas peludas… ¡ug!
 - Por favor- rogó Sakura- ¿podemos pasar aquí la noche? Nos portaremos bien. Prometido.
 - Uf…- Chií no fue capaz de fallar a sus amigas- está bien, podéis quedaros.
 - Gracias, Chií. Eres la mejor.
 - ¿Qué pasa aquí?- era Tomoyo la que hablaba.
     Cuando las chicas la vieron no pudieron aguantar la risa, pues estaba realmente ridícula. Tomoyo no sabía a que venían esas risas, e inocentemente preguntó:
 -¿Cuál es el chiste? Yo también quiero reírme.
     La reacción de la chica no ayudó a que las demás pararan, todo lo contrario: rieron aun más si cabe. Tomoyo empezó a mosquearse, pues, poco a poco, todo el polideportivo se había unido a las risas de sus amigas.
 -No te has mirado al espejo ¿verdad?- dijo Primera con descaro.
     La morena cogió uno que le pasaron unas chicas y se miró en el. Cuando se vio, su rostro mostro sorpresa y desconocimiento, pero, que poco a poco se fue haciendo notable su enfado. Todo el mundo se calló al instante. Tomoyo se dirigió a las chicas que le habían maquillado, que estaban escondidas en un rincón:
-¿Esto es lo que entendéis por dejadme magnífica?- les preguntó con la cara aun pintada- ¡ahora os enterareis de cómo de gasta una broma!- y empezó a perseguirlas por toda la pista (no sin antes haberse limpiado la cara).
     Pero para suerte de las victimas de Tomoyo, aparecieron por la puerta todos los chicos (incluido Kurogane) excepto el “Trío calavera”, lo que captó la atención de la “cazadora”.
 -Hola, Kurogane- dijo con un leve rubor en las mejillas.
 - Hola… habíamos oídos que había una fiesta y…
 - ¡Vamos a ver!- se enfadó Chií- por ahí sí que no paso. Se supone que esto es solo para chicas y lo va a seguir siendo.
 - Vamos, no seas aguafiestas- insistió Tôya.
 - Eso hermanita, ¿o nos vas a dejar aburridos en esa habitación claustrofóbica?- argumentó Yukito.
 - No me convencéis- la chica se mantuvo firme en ese punto.
 - Por favor…- rogó Fye mientras le dedicaba una irresistible mirada de cachorrito abandonado.
 - Por fa, por fa, deja que se quedan- rogaron las chicas.
     A Chií no le quedó otra que aceptar y, lanzándole una mirada asesina a Ryhuo (ya que fue este el que informo a los demás de la fiesta) los dejó entrar.
*     *     *
- Esto es un poco aburrido- opino Tôya, a quien le estaba decepcionando la fiesta- ¿Qué tal un poco de música?
 - Buena idea- contesto Kurogane, que también se aburría.
     Yukito, con su magia, hizo aparecer un equipo de música de la nada del que salían las mejores canciones del momento. La peña lo agradeció y todos se pusieron a bailar al son de la música.
     Todo iba de perlas, pero no se deban cuentan del volumen de la música, que era demasiado alta. De repente, apareció por la puerta Yuko, la profesora. La música paró de momento y todos callaron.
 -Con que de fiesta ¿en?- su expresión dejaba ver su enfado- pues ya se ha acabado, señores y señoras. Cada uno a su habitación. ¡Ahora mismo!
     No tuvieron  otra opción que obedecer, pero, antes…
*     *     *
 -Shuogo.
 - Primera.
 - No puedo creer que mis sueños se desmoronen de esta manera tan cruel.
 - Yo tampoco quiero separarme de ti esta noche
 - El destino es tan cruel- dijo la chica de manera teatral.
 - No te preocupes- la tranquilizó su novio- tenemos toda la eternidad para estar juntos.
     La pareja se fundió en un apasionado beso antes de partir con el resto fuera del recinto.
*     *     *
 -No me puedo creer que nos hallan castigado por lo de la música ¡que injusto!- se quejo Hikari.
 - Y yo no me puedo creer que tengáis la cara tan dura como para colaros en una fiesta, persuadiéndome- le reprochó Chií- habéis arruinado la fiesta. Solo espero que mis compañeras no se hayan enfadado conmigo.
 - Seguro que no- la tranquilizo Sakura- y si es así, les explicare que tú no tienes culpa de nada, prima.
 - Es lo menos que podías hacer- la chica no estaba de humor para dar las gracias a nadie.
- Bueno, vamos a dormir- dijo Tomoyo- debemos estar descansadas, esta semana nos toca limpieza diaria de la cocina y los baños.
      Y con ese mal sabor de boca, nuestras chicas terminaron el día.

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