-¡Buenos días, mi princesa!- todas las chicas pegaron un bote. Todas menos Primera, que aún bostezaba con la mano puesta en el pomo de la puerta entreabierta. Sakura y Chii parpadearon cubiertas por las sábanas, pero Tomoyo y Hikari soltaron un gruñido sincronizado de fastidio. Menuda nochecita habían pasado. No habían dormido nada gracias a su queridísimo trío favorito.
- Esto está empezando a convertirse en una costumbre- gruñó Tomoyo de mal humor. Menos mal que era sábado y la bromita no les iba a afectar demasiado, pero todas tenían cara de sueño y agotamiento. Cuando sus hermanos y los demás chicos se enteraron digamos que el menor de sus problemas fueron las horcas y las antorchas con las que les persiguieron.
Lo primero que había sorprendido a las chicas de la universidad había sido la cantidad de materia y la rigurosidad de los horarios que todo el mundo seguía con precisión milimétrica, a demás de haber descubierto muchas caras conocidas de senseis y otros compañeros.
Las chicas, que ya estaban agobiadas, pasaron por alto el cansancio y aprovechar la experiencia de sus mayores, les pidieron ayuda para estudiar y ellos aceptaron encantados a echarles una mano, aunque Yukito y Tôya cogieron por los hombros a sus hermanas y las mantuvieron a su vista en ademán posesivo.
La rubia tenía un trabajo de paisajismo, un dibujo libre y la del pelo corto se entretuvo con el suyo propio de historia del arte. Tras el desayuno todos se fueron a la sala común a estudiar y ante el asombro de todos, Tomoyo sacó una cámara y explicó su trabajo del trimestre: hacer una película sobre su vida en la universidad y la de sus allegados.
- ¡Y por eso no me separaré de mi cámara ni un solo instante!- sonrió ella sosteniéndola en alto mientras los demás se ponían blancos. Todos sabían que Tomoyo podía ser muy… entusiasta-. Tengo que empezarlo mañana, pero hoy apuntaré lo que voy a grabar y algunas preguntas para vosotros, ¿vaaaleee?- canturreó con entusiasmo propio de ella.
Mientras tanto, todos volvieron a sus asuntos y durante la hora siguiente nadie habló. Tan sólo se oyó el pasar de las hojas de los libros y el roce de los carboncillos y las témperas de Chii en el cuaderno de bocetos. Fye la miraba de vez en cuando con mal disimulado interés, al igual que Shaoran a Sakura por encima del libro, lo que provocaba que los primos se miraran entre ellos y luego a los antes nombrados, y si las miradas mataran, el vampiro rubio y el mejor amigo de Sakura habrían pasado a mejor vida.
Kamui y Subaru se inclinaban interesados sobre los libros de texto, el único que faltaba allí era Kurogane, que había ido a un entrenamiento particular al igual que Ryhuo.
Hikari tenía un montó de trabajo atrasado también y repasaba los apuntes rápidamente, mientras que su hermana le daba vueltas a un bolígrafo, pensativa. Yukito, Tôya, Fye y Chaos ocupaban el amplio y confortable sofá de piel de ocho plazas de en frente de la mesa, con los libros en el regazo, y los gemelos se habían tumbado en la cálida alfombra, dejando los escritorios individuales a Sakura y Primera, que tecleaban sus trabajos y Tomoyo y Hikari ocupaban los sillones que estaban a los lados de la mesa. Shogo se había sentado cerca de su novia y Chii estaba sentada en otro sillón frente a un lienzo, el cual llenaba de color cerca de su vigilante hermano.
Todos estaban concentrados en los libros, pero a las chicas se les notaba el sueño y eso no pudieron seguir negándolo cuando Primera calló rendida a las dos horas con la cara apoyada en la mano y la otra en el teclado. Hikari dejó caer el lápiz unos veinte minutos más tarde, a la vez que su hermana caía sobre el respaldo de su asiento. Tôya las miró y levantó un poco las comisuras de los labios mientras volvía la vista a los libros. Y finalmente, diez minutos después de esto Sakura apoyó la barbilla en el brazo que tenía horizontalmente a la mesa y los ojos se le fueron cerrando poco a poco bajo la atenta pero furtiva mirada de Shaoran y la comprensiva de su hermano mayor. En esos mismos momentos, Chii bajó el pincel manchado de azul cielo y contempló su dibujo largamente mientras que los párpados se le iban cerrando poco a poco. Fye la estuvo observando abiertamente mientras que ella apoyaba la cabeza suavemente en el sillón y su respiración se volvió tan pausada y regular como la de las demás. Yukito le dio una colleja en la nuca sin levantar la vista de los libros haciendo que el otro se ruborizara. Los hermanos no pudieron evitar que se les escapara una sonrisa de ternura al ver a sus pequeñas tan frágiles después de tanto tiempo sin parar. El resto de la mañana la pasaron así y cuando llegó la hora del almuerzo los chicos tuvieron que sacudirlas un poco por los hombros para arrancarlas de las brumas del sueño. Kurogane llegó en ese momento, con el pelo algo húmedo y cambiado de ropa, se notaba que se había duchado hacía poco.
- Hombre, mirad, el solicitadísimo Kuro-pon nos honra con su real presencia- ironizó Fye.
- Cállate- gruñó el aludido con cansancio. El vampiro sonrió con ganas.
- ¡Puuu! ¡Mokona tiene hambre!- canturreó la monísima criatura.
- Pues vamos a comer- sonrió Sakura cogiéndola en brazos.
- ¡Oh, no! ¡Sakuzzilla quiere comer y como no se le llene el estómago se nos comerá vivos!
- ¡Tôya!- Sakura echaba humo pero su hermano la mantuvo lejos de sí riéndose y con una sola mano.
- Pues más os vale no comer mucho hoy- empezó Kurogane.
- Uyuyuy –intervino Ryhuo que también acababa de aparecer por la puerta-, lo que dijo el sensei… No iría en serio, ¿verdad?
Kurogane suspiró y tironeó del cuello de su camiseta, incómodo.
- Pues veréis…
*****
Shaoran se atragantó con la bebida.
- ¿Clases particulares?
- Sí- se resignó Kurogane- Ese es el trabajo de este trimestre y al final de él harán una prueba física a todos los alumnos y alumnas. Se supone que la tarea de los de cuarto de educación física tenemos que poneros a tono y de ello dependerá nuestra nota final.
- ¡Uy, clases particulares con el profesor más sexy de toda la universidad, Kuro-tan sensei!- rió Kamui mirando a Tomoyo con burla.
- Va a ser dos horas a la semana los sábados por la tarde y empezaríamos hoy- terminó Kurogane si hacer caso del vampiro.
- Miedo me das- inquirió Yukito pasando un trozo de pan por el fondo del tercer plato, ya vacío.
- Con todo lo que comes… y no engordas nada- le recriminó Subaru dejando el vaso en la mesa.
- Bueno, tú tampoco estás en posición de quejarte.
Las chicas se miraban entre sí, sin saber qué pensar o cómo sentirse exactamente. El entrenamiento de hoy iba a ser en la piscina a las seis, por lo que aún tendrían tiempo de dormir un rato más (después de haberse puesto los bañadores debajo de la ropa, adelantándose al Trío), pero eso de ir a entrenar con ellos… No terminaban de estar del todo seguras. A saber qué clase de entrenamiento les habría puesto Kurogane…
*****
A las seis en punto, las chicas entraron en el pabellón en el que estaba la piscina cubierta, pero ellos ya estaban allí. Todos ellos sin camiseta. Las chicas se ruborizaron ligeramente al ver a sus hermanos y a los demás con las toallas al hombro y charlando entre ellos. Cuando se unieron al grupo, Kurogane carraspeó para llamar su atención.
- Bien, hoy lo que vamos a hacer…
- ¡Kurogane, no te pongas tan rígido, no te pega!
El espadachín se relajó un tanto.
- Vais a pasar las anillas por turnos. Ida y vuelta. Cada vez que os caigáis tendréis que empezar de nuevo, desde el principio. Fye, haz la demostración.
- Jooo, ¿y por qué yo?
- Porque lo digo yo, ¡y te lo advierto, no estoy de humor a sí que no me calientes la cabeza!
- Sííí, señoor, a sus órdenees- contestó este riendo y en plan soldado.
Fye se colocó al borde de la piscina con los brazos tras la cabeza, son-riente. En cuanto estuvo allí dio un salto y se colgó de la primera anilla. Había unas veinte en total, pero él se aguantaba sin ningún esfuerzo.
- Venga, Fye, tu puedes- murmuró Chii sin poder evitarlo.
Como si la hubiera oído, el joven sonrió y comenzó a cruzar las anillas. La rubia podía ver el tensarse y la relajación de los bien dibujados músculos de él y al notar el codazo de Hikari, se ruborizó sin poder evitarlo.
- ¡Jajaja!, ¡qué divertido!- se rió Fye haciendo acrobacias, fanfarrón.
- ¿Y qué pasaba si te caes?- intervino en ese momento Ryhuo.
- Pues…- Kurogane formó una sonrisa maliciosa sin poder evitarlo- Es posible que en la calle de los chicos halla medusas.
- ¿QUÉÉÉÉ…?- gritaron todos a la vez con incredulidad. Fye, que ya estaba dando la vuelta se quedó quieto y miró al agua de debajo. Costaba verlas pero en el agua se podían apreciar unas sombras sinuosas que se movían lentamente al compás de las ondas del agua. El vampiro sonrió y en un rapidísimo movimiento se subió y se quedó haciendo el pino en la barra que sujetaba las anillas.
- ¡Fye! ¡¿Qué haces?! ¡Tienes que pasar colgado de las anillas!- a Kurogane le enervaba la arrogancia del rubiales.
- ¡Fiiuuu, Kuro-rín! ¡Es que así es mucho más fácil!- Fye se puso de pié hábilmente y empezó a caminar hacia la orilla, sonriendo y fingiendo caerse para luego recuperar el equilibrio con destreza.
- ¡Baja de ahí ahora mismo!- le ordenó enfadado Kurogane.
- Puedes venir a buscarme- dijo Fye, mientras se sentaba, sonriente.
- ¡Me tienes harto!- le gritó el otro dando un salto y colgándose de las anillas en su persecución, pero el vampiro no se iba a dejar atrapar tan fácilmente. Cuando Kurogane se puso de pié, en precario equilibrio sobre la barra, el rubio echó a correr sonriente y se apoyó en su hombro de la misma manera en la que lo hizo para conseguir su litera y aterrizó en el borde de la piscina con una carcajada.
Kurogane lo miró, sorprendido, y los demás también, pero él seguía sin despeinarse. El del pelo negro respiró hondo, presa de un ataque de nervios y después se bajó de la barra saltando de la misma forma que el rubio.
- Te toca, Tôya- dijo con peligrosa tranquilidad antes de empezar a perseguir a Fye, que tenía a Mokona en brazos y riendo echó a correr por su integridad física. Parecía que su improvisado senseis quería que empezaran a hacerlo los chicos para enseñar a las chicas y poder ayudarlas.
El hermano de Sakura comenzó a cruzar también bajo la atenta mirada de Hikari, pero Sakura y Chii se miraban entre ellas, con expresión de temor. Ambas habían hecho cosas mucho más difíciles con éxito, pero… ninguna de las chicas tenía demasiada fuerza en los brazos y Kurogane parecía decidido a que lo hicieran todas.
En el aire del pabellón se notaba el vapor de la relativa climatización mientras que Yukito, seguido de Shogo cruzaba la barra llena de anillas, con facilidad, seguido de Caos. Luego le llegó el turno a los bien esculpidos vampiros, Kamui y Subaru, que lo hicieron (para pesar de las chicas) en tiempo récord. Cuando estos bajaron, con sonrisas de suficiencia y completamente secos, Shaoran y Ryhuo comenzaron a cruzar, con más de dificultad. Sakura miraba a Shaoran como dándole ánimos, pero a la hora de dar la vuelta, se cruzaron mal y ambos cayeron al agua. Kurogane se sacó a Mokona de delante de los ojos al escuchar el agua y dejó de perseguir a Fye, sin poder evitar una sonrisilla. Sakura se había llevado la mano a los labios con preocupación, pero Tôya se cruzó de brazos, también sonriendo. Ryhuo gritó cómicamente mientras él y Shaoran empezaban una huida rápida hacia la orilla esquivando las medusas. Cuando salieron aún tenían algunas picaduras, Shaoran en el brazo y Ryhuo en la pierna izquierda.
- ¿Estás bien, Shaoran?- preguntó acercándose con una toalla Sakura, con preocupación.
- No ha sido nada- sonrió este, cogiendo la toalla. Sus manos se encontraron y saltaron chispas con ese contacto mientras se miraban con una sonrisa tímida. Tôya y Caos empujaron aburridos a Shaoran hacia el agua donde Ryhuo ya estaba empezando a cruzar de nuevo. Esta vez sí los consiguieron, aunque no pudieron evitar mirar de vez en cuando al agua con preocupación. Cuando todos los chicos hubieron acabado de pasar, Kurogane asintió e hizo algo sorprendente, se tiró al agua sin ningún temor y activó un botón que estaba en el fondo. Se oyó el crujir de un mecanismo y las medusas desaparecieron del agua. Todo el mundo lo miró anonadado.
- Cortesía de Ashura sensei- sonrió mostrando los colmillos. Los chicos abrieron los ojos como platos, con expresión acusadora, pero Kurogane se encogió de hombros, dando a entender que no iba a dar explicaciones sobre sus “métodos”…
La primera en intentarlo fue Primera, porque quería hacerlo sola, pero se calló en la cuarta anilla, pero casi antes de que tocara el agua, Shogo ya se había tirado a una velocidad vertiginosa para recogerla, a sí que cuando ella empezó a chapotear porque no hacía pié, él ya la había cogido.
- Ya te tengo, cariño- le dijo él agarrándola en brazos hasta la orilla.
- Oh, gracias, Shoguito- canturreó ella en el séptimo cielo plantándole un beso en la frente. El trío Calavera hizo ruidos de arcadas mientras ellos salían del agua. La estrella necesitó diez intentos para conseguirlo, pero la verdad es que no fue porque fuera una debilucha, sino porque cada vez que se “caía” Shogo estaba debajo para recogerla.
Al final, cuando se cansó del juego se pasó las anillas de un tirón y sin despeinarse, ante la perplejidad de los demás que incluso protestaron ante su cara dura. Las siguientes eran Tomoyo y Hikari, que se acercaron al borde de la piscina con algo de reparo. No estaban seguras de conseguirlo fácilmente, a sí que en cuanto Hikari se colgó de la segunda anilla y empezó a temblar, Tôya se tiró al agua debajo de ella y alzó la cabeza con un asentimiento, aunque ni él mismo supo explicar por qué había querido protegerla tan urgentemente. La chica siguió cruzando algo más tranquila, pero como las anillas estaban húmedas en la sexta se resbaló y cayó en brazos del hermano de Sakura, que la guió al borde de la piscina. Entre tanto, Tomoyo seguía cruzando con dificultad y cuando cayó de la misma anilla que su hermana, Kurogane saltó desde el borde casi sin pensarlo y la agarró al vuelo, enganchándose con las piernas en las anillas. Se quedaron en esa posición un larguísimo instante en el que el tiempo se detuvo y ambos se ruborizaron ligeramente. El guerrero la aupó hasta la barra y se la volvió a llevar al borde ante la perplejidad de los demás, sin variar la expresión de la cara. Las dos chicas lo consiguieron en el cuarto intento, y los otros dos también estuvieron ayudándolas desde debajo. Cuando les llegó el turno a Chii y a Sakura, que eran las menos fuertes físicamente aunque tuvieran el mayor poder mágico, Yukito se metió en el agua con su primo, dejando a Caos, Shaoran y Fye sentados en el borde y fingiendo una indiferencia que no sentían en absoluto. Sakura subió primero y Chii cuando ella estaba en la cuarta anilla. Cuando las primas se quedaron quietas en la quinta y sexta anilla Sakura se dio la vuelta y se miraron, incapaces de moverse más.
- Prima… ¿Qué hacemos?- murmuró Chii-. Nos está mirando todo el mundo, y no puedo avanzar más.
- No lo sé- respondió Sakura en el mismo tono mirándose las manos blancas del esfuerzo-. Me resbalo…
- Yo también…- se miraron mientras que Sakura caía primero, pero unos brazos fuertes la agarraron al caer. Shaoran había saltado para cogerla, pero en seguida Caos y Tôya le separaron de ella hundiéndole en el agua a la vez. Pero cuando Caos iba a ayudar a Sakura a salir, Tôya la sacó de su alcance fuera del agua y con una mirada de triunfo.
- ¡Chii, si no puedes avanzar más, déjate caer, yo estaré aquí abajo para recogerte!- le gritó Yukito a su hermana desde el agua abriendo los brazos.
La chica miró hacia abajo asustada, pero al ver la confianza de su hermano mayor dejó resbalar la mano, cerrando los ojos con fuerza, pero el agua no la tocó. A la velocidad de un parpadeo, Fye se subió de nuevo a la barra, corrió hacia la chica y la agarró por la muñeca, subiéndola con él. Cuando Chii abrió los ojos se encontró con la mirada de vampiro de Fye que rápidamente dio paso a sus enloquecedores ojos azules. El chico le sonrió y la bajó de allí mientras que el rostro de Yukito perdía toda expresión y sus ojos se ensombrecían. Las dos primas tardaron aún otros cinco intentos en los que se produjeron situaciones parecidas a las anteriores que casi acabaron con la paciencia de sus hermanos hacia los demás, aunque en el último intento, cansados ya de tanto acaramelamiento, los vampiros gemelos fueron ellos mismos a cogerlas, pero a Subaru le costó recoger a Chii antes que Fye. Cuando por fin terminaron el ejercicio, Kurogane decidió que las chicas no estaban bien en forma y les mandó que cada día fueran a correr con algunos de los chicos para que no lo hicieran solas. Al final del día, Primera seguía pensando en Shogo compulsivamente, por lo que cuando ellas y ellos se encontraron para ir a quejarse mutuamente de sus respectivos compañeros a mitad del pasillo decidieron encerrarlos en el armario mágico de mutuo acuerdo.
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